La lipotransferencia consiste en recoger tejido graso del paciente he implantárselo en otra zona del cuerpo donde se necesita. Se trata de una técnica quirúrgica poco invasiva que permite aportar volumen y tejidos sanos a un área dañada del organismo, ya sea por:

  • Enfermedades sistémicas como la diabetes o el SIDA que causan disminución de los depósitos de tejidos grasos en áreas localizadas como la cara (lipoatrofia)
  • Secuelas de traumatismos que causan necrosis o destrucción de tejidos, con procesos de cicatrización secundarios que causan retracción y deformidad estética o compresión de otras estructuras como nervios.
  • Cirugía oncológica en la que se resecan tejidos invadidos por el cáncer y cuyo defecto residual tras la extirpación de tejidos se puede reconstruir
  • Secuelas de tratamientos por radioterapia
  • Enfermedades congénitas que causan asimetrías corporales como síndrome de Poland o Síndrome de Parry-Romberg.

La utilización de tejido graso como tejido de relleno y voluminizador, permite aumentar zonas con defectos del contorno, lo que contribuye a la normalización del mismo, recuperando o mejorando el aspecto estético final.

Además se ha demostrado científicamente, que los injertos de tejidos graso, aportan no solo volumen, sino tejido vascularizado y sano que mejora la calidad de los tejidos circundantes como cicatrices previas o actuando como separador en zonas de fibrosis, evitando adherencias o compresión de estructuras nerviosas.

Técnica quirúrgica

Se realiza el marcaje prequirúrgico con el/la paciente en posición de bipedestación, de las zonas a injertar y de las zonas donantes del tejido graso (habitualmente se suele extraer el tejido graso abdominal, de los flancos o de la cara interna de los muslos).

Dependiendo de la cantidad necesaria de tejido graso a extraer e inyectar, así como de las áreas a tratar, se valorará la necesidad de realizar una anestesia general si las áreas son muy grandes, o por lo contrario anestesia local con sedación en áreas localizadas y pequeñas.

La posición del paciente dependerá de las zonas donantes del tejido graso, por lo que el procedimiento podría empezar boca abajo, boca arriba o de lado. Posteriormente se reposicionará al paciente ya sea boca abajo para pantorrillas o glúteos o semi-sentado en el caso de la cara o mamas, pues en dicha posición, se observa el comportamiento normal de los tejidos debido a la gravedad.

Para extraer la grasa, se realiza una liposucción con cánulas de diferentes tamaños según la zona y la cantidad de tejido graso que sea necesaria, a través de incisiones de 1-3mm que dejan una cicatriz casi imperceptible posteriormente.

El tejido graso obtenido de la liposucción se procesa mediante diferentes métodos dependiendo del caso (lavado/centrifugado o lavado/decantación).

Una vez que el tejido es procesado, se procede a su infiltración con microcánulas en el área receptora, para ello se utilizan habitualmente jeringas de 1cc o 3cc, que permiten un control preciso de la cantidad de tejido graso que se infiltra. Las infiltraciones se realizan a través de orificios de 1mm que prácticamente no dejan cicatriz. Durante el proceso de infiltración, se comprueba en todo momento las modificaciones que se producen en los tejidos a medida que se inyecta el injerto, controlando la cantidad y la posición en la que se inyecta el tejido graso, siendo necesario en algunos casos, liberar las adherencias cicatriciales existentes para poder crear un espacio en donde infiltrar el tejido graso.

Finalmente se colocan prendas de compresión en la zona donante para evitar el edema postoperatorio, la zona infiltrada se venda o se féruliza con esparadrapos para que el injerto graso permanezca en la posición deseada sin desplazarse.

 

 

Post-operatorio

El tiempo de hospitalización es de menos de un día. Tras el alta hospitalaria, se deben utilizar las prendas de compresión durante un periodo no superior a un mes y se realizarán masajes de drenaje linfático para disminuir el edema postoperatorio de la zona donante. En la zona receptora, no se deberán realizar manipulaciones pues el relleno puede desplazarse con la presión externa en los primeros días. Posteriormente la zona injertada se masajea para conseguir que adquiera un tacto suave, pues los primeros días debido al proceso inflamatorio, estará indurado.

Tras la realización del injerto graso, se debe tener en cuenta que un porcentaje del injerto, será reabsorbido por el organismo debido a que no consigue un suficiente aporte vascular de los tejidos periféricos. El aporte vascular se ve seriamente disminuido en pacientes fumadores o en áreas tratadas previamente con radioterapia que aumenta considerablemente la fibrosis, por ello en estos pacientes, la reabsorción es mayor y suelen ser necesarios varias sesiones de lipotransferencia. Los injertos grasos tienen una tasa de integración elevada con la técnica que aplicamos en la UMA, pues utilizamos un circuito cerrado sin exposición del tejido graso a contaminantes externos, además lavamos los detritus del tejido obtenido, por lo que solemos conseguir tasas elevadas de prendimiento, conservándose la mayor parte del volumen que se implanta. En caso de ser necesario un segundo tiempo de lipotransferencia, se podrá realizar siempre que el/la paciente disponga de zona donante, no antes de 3-4 meses como mínimo.

El resultado es permanente, pues una vez que se integra el injerto, permanece de por vida, pudiendo incluso aumentar si el paciente aumenta de peso considerablemente.

Complicaciones

La lipotransferencia tiene pocas complicaciones pues se trata de una técnica poco invasiva y que realizada en manos expertas, disminuye las complicaciones graves como perforaciones con la liposucción o embolias grasas por infiltración de tejido graso dentro de un vaso sanguíneo. Además al tratarse de un trasplante de tejidos del propio paciente, no existen reacciones de rechazo (por lo tanto no es posible trasplantar tejido graso de otro paciente, al menos no actualmente). Dentro de las complicaciones menos graves, se pueden observar infecciones, seromas o la formación de calcificaciones o quistes oleosos en la zona injertada por necrosis del injerto en casos de grandes injertos de tejido graso. Actualmente no existe evidencia científica que demuestre que aumente o disminuya el riesgo de otras enfermedades como el cáncer.